martes, 26 de febrero de 2013

En Cartagena, un dolor de cabeza que no acaba en los barrios


Las pandillas no dejan de ser un dolor de cabeza para la capital de Bolívar. Este año, según estadísticas oficiales, 17 jóvenes han resultado muertos por cuenta de la guerra de territorios en los barrios populares, en especial los que bordean la Ciénaga de La Virgen, al sur oriente de la ciudad.
La última víctima fatal del accionar pandillero fue Carlos Zárate Guerrero, de 18 años, quien hace cinco días fue impactado por una bala en el tórax, al quedar en medio de una reyerta entre dos pandillas del barrio 9 de Abril, en La Loma del Marión.
Según su familia, Zárate resultó herido al asomarse a observar la pelea entre los pandilleros también llamados por las autoridades distritales y de Policía como jóvenes en riesgo.
Pese a que la Policía lucha por mantener a los adolescentes ocupados en actividades sanas por medio de programas como Jóvenes a lo Bien, que promueven el desarme en los barrio y los lleva al Sena, para capacitarlos y meterlos al mundo laboral, la realidad sigue siendo la de enfrentamientos por territorios, no solo geográficos, sino por el control de la venta de drogas al menudeo en asocio con bandas criminales (bacrim).
A inicios de este año la misma Alcaldía de Cartagena reveló que en 22 barrios de la ciudad se tenían identificadas 76 pandillas, de las cuales 20 eran consideradas de alta peligrosidad y otras 10 estarían estrechamente ligadas a las bacrim.
Según varios jóvenes que estuvieron en pandillas hasta hace poco tiempo, aseguran que las bacrim están regalando motos a los jóvenes en los barrios a cambio de que les vendan 10 gramos diarios de  perico’ o marihuana, entre otras sustancias ilegales.
En esa oportunidad, el hoy alcalde suspendido de Cartagena, Campo Elías Terán Dix, había anunciado la puesta en marcha de un proyecto que buscaba sacar a los jóvenes del circuito criminal con una cruzada espiritual en la que se desarrollaría con la ayuda de los sacerdotes católicos y los pastores cristianos, quienes tendrían la misión de hacer cambiar a los pandilleros por medio de la Palabra de Dios. La iniciativa de inmediato recibió apoyos y críticas al mandatario, que luego, con su recaída de salud y la crisis política posterior, terminó por quedarse en los anaqueles de su gobierno.
Para el general Carlos Rodríguez, comandante de la Policía Metropolitana de Cartagena, sigue creyendo que la alternativa para reducir el accionar de las pandillas está en lograr sacar de la actividad delincuencial a los menores de edad y ofrecerles alternativas educativas y de trabajo que los integre a la sociedad de manera sana. El General asegura que pese a esto, los jóvenes que cometan delitos de alto impacto o que reincidan en su accionar, deben ser sometidos a todo el rigor de las leyes vigentes para castigarlos.
“Cada vez que la situación lo amerite, estos jóvenes deben ser capturados y judicializados conforme a la Ley de Infancia y Adolescencia, la cual establece los castigos para estos menores de edad”, comentó Rodríguez.

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