Ya han sido múltiples los casos de robos de docenas de computadores, elementos audiovisuales y de laboratorio que en los últimos meses se han presentado en los colegios oficiales de la ciudad. a manos de pandilleros que acechan los colegios para robar y hacerles daño a lo estudiantes ,
En diciembre pasado, del Colegio Técnico del Santuario fueron robados 30 portátiles entregados por el programa Computadores para Educar a través de la Secretaria Distrital de Educación. Ya en el presente año, los cacos se robaron 40 computadores de la Institución Educativa San Gabriel, del barrio La Unión.
En otro hecho similar hace pocas semanas la Policía Metropolitana, en una oportuna reacción, detuvo a dos individuos que en la madrugada llevaban en sacos 5 CPU y 6 monitores birlados del Colegio Cotediba de Las Nieves.
Si eso ocurre por la noche, en las horas del día en las escuelas tampoco cesa el clima de inseguridad. A la comisión de dichos hurtos nocturnos se agrega el hecho de pandilleros y delicuentes que aprovechan la no presencia de vigilantes diurnos para merodear las instalaciones educativas y perpetrar asaltos utilizando armas corto-punzantes o revólveres en los que despojan de bolsos, celulares y joyas a estudiantes, profesores y padres de familias. Así mismo acechan depravados sexuales que acosan a los menores o aquellos que hacen ofrecimientos de drogas en las afueras de los colegios, además de los casos de matoneo y enfrentamientos entre pandillas tanto en el interior como a la salida de centros educativos.
Ya esta inquietud ha sido planteada por diversos rectores, padres de familias y por miembros del sindicato de educadores, quienes cuestionan el hecho de que, en el caso de las horas de la noche, en la mayoría de colegios en vez de haber vigilantes ubican en esos puestos a aseadores nocturnos. En el día igualmente son los aseadores diurnos quienes, además de hacer sus funciones de limpieza, son encargados de abrir y cerrar las puertas en ciertas horas picos de la jornada escolar.
En síntesis, lo delicado del asunto es que tanto de día como de noche no existen vigilantes en la mayoría de los colegios oficiales de Barranquilla sino en algunas zonas consideradas de alta peligrosidad. Como tal, en caso de la ocurrencia de un delito se diluyen las responsabilidades de los mismos y, lo más grave de todo, quienes hacen de vigilantes no están dotados con armas ni cuentan con un entrenamiento adecuado para salvaguardar los bienes de la institución ni la integridad de los alumnos dentro del claustro académico y sus alrededores.
La Administración Distrital y la Policía Metropolitana desde mediados del año anterior han venido trabajando en la ubicación de cámaras de seguridad conectadas al Centro de Despacho en 60 colegios donde existen pandillas que amenazan a estudiantes y profesores. Pero mientras este programa se hace efectivo en la totalidad de los entes educativos es urgente que la Alcaldía y la Secretaría de Educación hagan una minuciosa revisión de las políticas para el cuidado de estas instituciones, pues la ausencia de vigilancia no solo atenta contra la seguridad de los alumnos sino también contra el mejoramiento de la calidad educativa en el uso de las TIC y del bilingüismo tan necesarios en esta época del TLC. Se hace igual de importante esa presencia para proteger las millonarias inversiones que el Distrito está haciendo en megacolegios y demás escuelas.
Todo esto requiere de una solución que no da espera. Pero mientras se implementan las medidas tecnológicas de seguridad es necesario que el Distrito tome prontas medidas para salvaguardar las modernas inversiones en su infraestructura educativa, pero además que los operativos de la Policía Metropolitana se intensifiquen a toda hora, en especial en las de entrada y salida de los estudiantes en las diferentes jornadas escolares y durante la noche que es cuando los amigos de lo ajeno más acechan.
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